COMENTARIO TIPO: ESCULTURA
IDENTIFICACIÓN Y CLASIFICACIÓN
Tipología: escultura
funeraria. Grupo
Función: funeraria
Función: funeraria
Material: granito
Autor: desconocido
Cronología y periodo:
2639-2504 a de C. Imperio Antiguo (IV dinastía).
Localización: Museo egipcio de
El Cairo. Descubierta en 1910 por un equipo de arqueólogos del
Museo de Bellas Artes de Boston cuando excavaban el templo
funerario de la pirámide de dicho faraón en Gizeh.
Nombre: Triada
de Micerinos (el faraón está acompañado de la diosa Hathor y el
nomo Cinópolis)
Estilo artístico: escultura del
antiguo Egipto.
ANÁLISIS
- Descripción: La obra representa al faraón Micerino, la diosa Hathor (a nuestra izquierda, diosa del cielo, lleva la corona formada por el disco solar enmarcado en unos cuernos de vaca) y la divinidad del nomo (“provincia”) de Cinópolis. El faraón, semidesnudo y vestido con el típico faldín plisado, se halla en el centro del grupo, adelantado respecto a las figuras femeninas que le sujetan por el brazo. El faraón porta la corona blanca del Alto Egipto y la barba postiza, símbolos de su poder. Las figuras femeninas están vestidas con túnicas casi trasparentes, lo que permite apreciar sus formas anatómicas, ya que la tela se adhiere con suavidad al cuerpo.
- El material utilizado es piedra granítica pulimentada, refuerza la sensación de perfección que el escultor quiere transmitir: formas de suave modelado, sin aristas que pudieran quebrar la perfección de unos cuerpos redondeados y bien proporcionados, detenidas en el tiempo y en el espacio. La piedra ofrece una textura brillante y compacta, adecuada a la duración e inmortalidad que se pretende dar a las imágenes.
- Medidas:La escultura es de dimensiones reducidas, no alcanza el metro de altura.
- Características técnicas: Escultura-bloque. Las figuras se encuentran adosadas a una pilastra que sirve como elemento unificador pero también indica que la pieza fue diseñada y labrada para ser observada frontalmente.A los pies, en la base, podemos encontrar una serie de inscripciones jeroglíficas alusivas a los personajes.
- Las imágenes están hieráticas, rígidas y en tensión: hombros y caderas son dos líneas rectas y paralelas, los brazos pegados al cuerpo, los puños cerrados, la barbilla ligeramente levantada, las piernas juntas, la mirada perdida en un horizonte distante, etc. Todo ello proporciona al conjunto un estricto hieratismo. Sólo las figuras del faraón y de la diosa Hathor, están dotadas de cierto movimiento, ya que adelantan su pierna izquierda, aunque más el faraón que la diosa, como corresponde a su mayor rango.
- Los rostros son inexpresivos, no aparece en ellos ninguna emoción que pudiera denotar algún tipo de conexión con lo humano. No obstante, hay que destacar el detallismo con el que se reproduce el rostro del faraón, tal vez muy parecido al real; esto puede deberse al carácter funerario de esta imagen y a la necesidad de que el alma de difunto (Ka) se reconociese en ella.
- La composición de la obra: la triada se considera un todo integrado en un bloque geométrico. El faraón es el eje de simetría que sirve para articular la obra. Predominan las formas redondeadas y geométricas de los cuerpos.
- La anatomía ha sido representada de forma idealizada, subrayando los rasgos propios de cada sexo: el faraón-dios-varón con el torso, los pectorales y la línea del vientre muy marcados; las diosas-mujeres con sus finos vestidos del cuello hasta los tobillos, permitiendo adivinar las formas femeninas: pecho, vientre y pubis. La geometrización anatómica se aprecia, además, en el tratamiento que el escultor hace de las piernas del faraón, marcando la línea vertical de las mismas y la articulación de las rodillas.
- La armonía y perfección se ha conseguido utilizando el canon de proporción de los 18 puños (dos puños para la cabeza, diez puños desde la cabeza hasta la altura de las rodillas y seis hasta los pies). Las tres figuras se hallan firmemente asentadas sobre el suelo, ya que las plantas de los pies no se despegan, por lo que la sensación de movimiento que pudiera derivarse de la pierna izquierda adelantada, queda neutralizada, dándole al conjunto la sensación de haber sido “congelado” al caminar.
COMENTARIO
¿Qué significa?
En la Tríada de Micerino
se funden los pilares de la civilización egipcia, el poder político
representado en la figura del nomo y el poder divino, encarnado en
la diosa Athor. El faraón Micerinos, en el centro del grupo,
representa los dos poderes, el político y el divino por eso su
figura está adelantada, reafirmando su poder absoluto, teocrático y la jerarquización. Esta tríada tiene un carácter
propagandístico, es una escultura funeraria, se encontró
en el templo de la pirámide de Micerinos, de ahí la ausencia de
movimiento, el hieratismo y la inexpresividad de las figuras. Son
imágenes para la eternidad, representan la inmortalidad.
Las dos diosas conducen al faraón a esa nueva dimensión donde
seguirá reinando.
Esta obra, a pesar de su pequeño tamaño,
contiene los elementos básicos de la concepción plástica egipcia:
frontalidad, hieratismo, jerarquización y el carácter divino del
faraón. La triada ha sido esculpida siguiendo los cánones que
permanecieron casi inalterables durante 3.000 años. Este tipo
de esculturas influirán en los primeros Kouroi de la estatuaria
griega en la época arcaica.
Para entender la
naturaleza y significado de la obra, debemos hacer referencia al
contexto histórico.
La civilización del
antiguo Egipto estuvo determinada por
el espacio físico: “Egipto es un don del Nilo”
(Heródoto). Egipto era una estrecha franja de tierra que se
prolongaba a lo largo de cientos de kilómetros, rodeada de desiertos
y sometida a las periódicas crecidas del río Nilo; estas
inundaciones proporcionaban a los egipcios el necesario limo para
hacer fértiles unas tierras que, de otro modo, habrían sido
estériles. La riqueza y prosperidad de Egipto se basó en este
fenómeno de la Naturaleza. El aislamiento que esta situación
propiciaba y la visión de un ciclo que se repetía anualmente,
forjarán una manera de entender el arte, muy vinculada a la idea de
orden y continuidad.
El conjunto de
creencias religiosas de los antiguos egipcios se mantendrá
inalterable,
haciendo que las convenciones artísticas fijadas en los primeros
siglos se mantuviesen, a su vez, intactas durante toda su historia.
Este carácter casi inalterable de sus concepciones artísticas hay
que relacionarlo con sus creencias en la vida de ultratumba y
la necesidad de garantizar la supervivencia del difunto más allá de
la muerte. Será en este marco espacial y religioso donde se
desarrolle un sistema político en cuya cúspide se halla el
Faraón, un monarca absoluto que se convierte en el fundamento de
la supervivencia de la propia civilización egipcia. El Faraón, como
representante de los dioses en la tierra, está impregnado de su
misma naturaleza divina. De él depende que se mantenga el ciclo
anual de las crecidas, el esfuerzo colectivo de todo un país, el
Alto y el Bajo Egipto, y la buena voluntad y la protección de los
dioses. La sociedad egipcia acataba el poder absoluto del faraón,
porque era condición necesaria para su propia supervivencia. La
religión egipcia (politeísta), con dioses antropomórficos
convergían en la persona divina del faraón, convirtiendo Egipto en
una Teocracia. La casta sacerdotal y los templos que
administraba, era uno de los pilares sobre los que se sostenía este
sistema. El trabajo de miles de campesinos, librado de las tareas
agrícolas durante las crecidas, y el de miles de esclavos, hará
posible levantar las gigantescas tumbas y templos que jalonan el
valle del Nilo, testimoniando la grandeza del poder de los faraones y
su voluntad de permanencia e inmortalidad.
Es en este contexto en el que hay que entender la obra; las creencias
religiosas y los ritos funerarios asociados a la vida de ultratumba,
lo condicionan todo. Los egipcios creían que el alma humana podía
seguir viviendo después de la muerte, así que era necesario
proveerla de todo lo necesario para el viaje a la otra vida y, sobre
todo, para seguir viviendo después. El arte, no se concibe como algo
que adorna o embellece, sino como parte de un ritual mágico en el
que el colosalismo arquitectónico o escultórico, el racionalismo
matemático de sus creaciones, el simbolismo de sus imágenes y la
idea de eternidad, no son más que conceptos que se derivan de su
forma de entender la vida y de organizar el tránsito al más allá.
Es, en definitiva, un arte en el que se da más importancia a la vida
de los muertos que a la de los vivos.
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